¿Cómo evaluar la temporada de verano 2021 en la Argentina?
Iniciado el mes de marzo, y luego de la apertura del turismo en gran parte del país a partir del mes de diciembre de 2020, los principales actores del sector expresaron conclusiones contrapuestas sobre el desempeño de la temporada. Mientras que la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) afirmó que “la temporada fue mala, pero esperaban algo peor”, el ministro de Turismo y Deportes de la Nación expresó que fue exitosa porque superó las expectativas.
Aunque estas afirmaciones parecerían divergentes, objetivamente señalan lo mismo pero le otorgan una carga valorativa notoriamente diferente. Si la expectativa de la CAME era que la temporada fuese “peor que mala” y resultó ser sólo mala, efectivamente se habrían superado las expectativas. Ahora bien, entre superar las expectativas y ser exitosa puede haber un largo trecho. Fundamentalmente porque los resultados variaron significativamente por sector y región.
Por fuera de los análisis semánticos, es evidente que los resultados han sido malos si se los compara con el desempeño del turismo en 2019 e incluso con la temporada de verano 2019–2020 cuando aún no se habían registrado casos de COVID-19 en nuestro país. Sin embargo, ¿es razonable comparar dichos resultados con los actuales?
La respuesta no debería dejarnos espacio a la duda. Empezando por la ausencia prácticamente total del turismo receptivo, el cual estuvo fuertemente restringido tanto en la Argentina como en gran parte del planeta. Restricción que influyó negativamente tanto en el turismo emisivo, y en la importante proporción de agencias de viajes y aerolíneas que dependen de este, como en el turismo interior, que sufrió la falta de turistas extranjeros.
Si bien podría parecer una obviedad señalar la situación del turismo internacional, es necesario para dimensionar el impacto de esta ausencia en el país y, particularmente, en distritos con fuerte participación de turistas extranjeros, entre ellos: Ciudad Autónoma de Buenos Aires (56%), Santa Cruz (50%), Misiones (44%), Tierra del Fuego (41%), Neuquén (33%) y Jujuy (24%), por sólo mencionar los de mayor incidencia (MTyD, 2019).
Los viajeros internacionales traccionan fuertemente el gasto turístico porque consumen servicios del sector en una proporción y volumen muy superior a los argentinos que viajan dentro del país. Esto se evidenció de manera muy clara en los años 2018 y 2019 cuando, a pesar de la caída en la cantidad de turistas nacionales viajando dentro del país, se alcanzaron récords de ocupación hotelera. Justamente producto del incremento de arribos internacionales (EOH, 2019).
La Encuesta de Viajes y Turismo en Hogares (EVyTH) permite dimensionar la estructura del gasto que realizan los turistas nacionales al destacar que, para el año 2019, el 72% de los turistas internos utilizaron el auto como medio de transporte. Es decir, no necesitaron comprar pasajes de ómnibus, avión o alquilar un auto.
En el mismo sentido, en cuanto al tipo de alojamiento, observamos que sólo el 23% de los argentinos que viajaron en 2019 contrataron un hotel, mientras que el 63% optaron por alojarse en casa de familiares y amigos y segunda vivienda. Según los resultados preliminares, producto de las declaraciones tanto de empresarios del sector como referentes locales, darían cuenta que estas dos categorías, sumada a la de “alquiler por temporada” habrían aumentado su participación.
En cuanto al tipo de alojamiento “segunda vivienda”, el Observatorio Turístico de Pinamar destacó, en su informe del mes de Enero de 2021, que hubo una “(r)educción del 35% aprox. de la oferta de alquileres a través de inmobiliarias por presencia de los propietarios que decidieron vacacionar en el destino”. Considerando las características de los destinos de la costa atlántica, podría esperarse un comportamiento similar en otros destinos.
Estos números dan cuenta de un cambio en el comportamiento del consumo turístico en el contexto de pandemia. Independientemente de los mensajes transmitidos por los medios de comunicación y lo que cada uno o cada una pueda pensar, en los hechos, los viajeros fueron cautos al momento de elegir sus consumos turísticos.
El cambio en el comportamiento afectó fuertemente a los rubros tradicionales del turismo. Además del caso de los hoteles, también resultaron afectados los ómnibus de larga distancia, con cerca de un 80% de contracción en la demanda de estos servicios. Adicionalmente, los tipos de alojamiento preferidos en esta temporada jugaron en contra del sector gastronómico, dado que la posibilidad de cocinarse en el propio alojamiento, controlando los protocolos sanitarios y permitiendo un mayor ahorro, desincentivaron la salida a comer afuera.
Esta circunstancia da lugar a que los beneficiarios del gasto turístico hayan sido otros sectores, los cuales son difíciles de cuantificar para las mediciones que se suelen hacer desde el sector turístico. Particularmente los denominados comercios de barrio: almacenes, verdulerías, carnicerías, panaderías, entre otros; ubicados fuera de las áreas céntricas donde suelen ubicarse los hoteles. Asimismo, un mayor uso del vehículo particular habría significado mayores ventas en estaciones de servicio, como así también en establecimientos y puestos ubicados a la vera de las rutas.
Las variables analizadas se corresponden con los resultados publicados por la CAME, donde puede verse una caída del 28,9% en la cantidad de turistas que viajaron dentro del país, pero del 38,8% si nos referimos al gasto realizado por dichos turistas. Es decir, además de que viajaron menos turistas, gastaron menos dinero. La crisis económica provocada por la pandemia, con congelamiento de salarios y pérdida de empleos en muchos sectores, también justifican esta mayor caída del consumo.
No sólo se identificó un comportamiento diferente en el gasto de los turistas, sino también en el tipo de viaje realizado y el momento de la compra. Aunque algunos referentes del sector manifestaron que parte de los malos resultados responden a que la temporada “se anunció tarde”, la realidad es que el Ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, ya había anunciado el programa Pre Viaje y hablaba sobre los preparativos de la temporada de verano desde los primeros días de Julio.
Luego jugaron en contra las campañas mediáticas que buscaban desestabilizar al gobierno, pero que impactaron directamente en las reservas de la temporada turística e hicieron menguar el éxito del programa Pre Viaje. ¿Quién piensa en pagar las vacaciones cuando existe un severo riesgo de colapso económico, político y sanitario?
En el mismo sentido, el riesgo real y latente vinculado a la pandemia también jugó en contra de la reactivación del turismo, alcanzando el pico de 18.326 nuevos casos el día 21 de octubre de 2020. Afortunadamente, al 1 de diciembre, día en que se habilitó la temporada turística en gran parte del país, los casos habían descendido a 8.037. Sin embargo, la apertura de numerosos rubros y la movilidad que suele generar el mes de diciembre, con su punto más significativo en las fiestas de fin de año, volvieron a elevar la cantidad de casos hasta los 13.286 el 14 de enero. Luego, a partir de allí comenzaron a descender sostenidamente hasta el presente.
Al contrastar la curva de casos con las declaraciones de referentes del sector, podemos identificar cierta correlación con el movimiento turístico. De esta manera, se ha observado un buen desempeño en la segunda quincena de diciembre, regular en la primera de enero y luego un incremento sostenido del flujo turístico, alcanzando un pico en el feriado de carnaval, el cual estableció un récord con 3 millones de turistas (el año anterior se habían registrado 2,3 millones).
Los excelentes números alcanzados en el fin de semana de carnaval resultan alentadores de cara a los feriados de Semana Santa y el día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, que tendrán lugar en las próximas semanas. Justamente una de las tendencias observadas en esta temporada fue la concentración de los viajes en los fines de semana. Los turistas optaron en gran medida por realizar el tipo de viaje popularmente conocido como “escapadas”. Es decir, viajes con cortas estadías e incluso sin pernocte, a destinos cercanos de su lugar de residencia y con poca antelación de reserva.
Finalmente, el análisis realizado en base a los datos disponibles hasta el momento nos permite afirmar que la temporada no fue ni mala ni exitosa. Sin embargo, considerando los condicionantes presentes, es posible concluir que se alcanzaron buenos resultados, los cuales no eximen a las autoridades de seguir sosteniendo a muchos de los sectores y distritos que aún no han podido verse beneficiados por este prometedor flujo turístico.